Basta un paseo por la naturaleza para comprender muchas cosas.
Uno puede observar los animalillos, cómo luchan y se esfuerzan por vivir. Pero sobretodo cómo se entregan por completo a la continuidad de su especie. A veces incluso dando su vida para que sus crías puedan salir adelante.
Un simple hormiguero o colmena es un ejemplo magnífico de individuos entregándolo todo por el bienestar común.
Se puede uno maravillar de cómo el sol, la lluvia, el aire puro... colaboran a la prosperidad de la vida. Todo es entrega, todo es generosidad.
Si te fijas en las plantas, en los árboles, verás esa misma generosidad llegar al extremo. La misma existencia de un árbol es total entrega: sus hojas producen oxígeno; su sombra cobija ante las inclemencias del tiempo; su tronco y ramas sirven de guarida a muchos seres; sus flores ofrecen belleza y aroma; sus frutos son la entrega definitiva con la que buscan perpetuarse en nuevas generaciones, dando además alimento para muchos. Y hasta su cuerpo servirá de leña siendo entrega útil hasta en la muerte.
¿Pide algo el árbol? ¿Se queja de su suerte? Recoge lo que le llega, y te lo devuelve multiplicado si lo riegas o cuidas. Pero a cualquiera que pasa le ofrece sus bienes, e incluso si le falta agua o nutrientes morirá, pero lo hará dando los exigüos frutos que sus fuerzas le permitan.
El árbol se ha considerado por eso siempre como un ejemplo de nobleza y generosidad. Su vida entera consiste en dar a los demás seres vivos.
¿Y tú? ¿Te has visto alguna vez desde esa perspectiva? Llevas muchos años recibiendo cuidados. Sol, alimento, protección... ¡Reconoce que, en comparación con esos seres de la naturaleza, has llevado una vida regalada! Y sin embargo... ¿qué ofreces? ¿Todavía te dedicas a pedir y llorar como un cachorro? ¡Esa edad hace tiempo que debió pasar para ti! Estás en la edad de dar frutos, sombra, madera...
Por favor. Sé un árbol noble. Ofrece, da, sacrifícate si es necesario por los demás. Esa es la vida de los seres más altos de la Tierra, y tú puedes serlo. Da a los demás cobijo, ayuda, alimento. Como ser sensible y racional puedes dar incluso mucho más: afecto, consejos, sonrisas, abrazos, conocimiento...
Piensa desde ahora como un árbol: la existencia entera te lo agradecerá. Esa es la realización que buscas, solo así tendrás la felicidad que la naturaleza quiere darte. La clave para el éxito definitivo no es recibir, sino entregarte.
Esa vida es la belleza de la Tierra. Elígela.
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