Imagina que estás en un sótano, cuando a ti lo que te gustaría es estar en el piso 10 del edificio.
Entre las dos opciones que te propongo cada vez, 'a' y 'b', ¿cuál elegirías tú?
a) Te pones a lloras por lo oscuro que está todo en ese sótano.
b) Enciendes una vela.
a) Ves lo que te rodea como trastos inútiles.
b) Observas detenidamente por si hubiera alguna valiosa antigüedad.
a) Pierdes el tiempo maldiciendo a quienes te metieron ahí (o a ti mismo por ser tan torpe).
b) Tras tomar nota de en qué te equivocaste (para no repetirlo), dedicas tu energía a buscar cómo salir.
a) Te pegas cabezazos contra la pared llorando por lo injusto de estar ahí.
b) Buscas la puerta.
a) Te sientas en un rincón polvoriento a imaginar lo bonito que sería estar en el ático.
b) Te pones en marcha y estudiando los detalles del ascenso.
a) Te lamentas de lo largo y costoso que será subir diez pisos.
b) Subes el primer peldaño.
a) Tiemblas de miedo pensando qué pasará si tropiezas a mitad de camino y vuelves a caer.
b) Actúas con decisión, sabiendo que mucho peor sería morir en el sótano sin intentarlo.
a) Envidias a quienes viven más arriba.
b) Te alegras de que viva gente más arriba, si ellos lo lograron es señal de que tú también puedes.
¿Has sabido responder a este test? Habrás visto que tiene truco, claro. La respuesta correcta es siempre la 'b'. Pero ¡cuántas veces, al enfrentar nuestros problemas cotidianos, nos empeñamos en usar las opciones 'a' incorrectas!
La palabra clave es ACEPTAR. Aceptar que estás como estás, que eres quien eres, que tienes el pasado que tienes... y a partir de ahí usar tus conocimientos y circunstancias para hacer lo mejor que puedas.
Una vez asumes lo que tienes y tu situación, ya puedes dedicar toda tu energía a mejorar lo que sea mejorable (y utilizar de la mejor forma lo que no pueda cambiarse).
Incluso si finalmente comprendieras que no puedes salir de ese sótano (determinada circunstancia que comprendes que no puedes cambiar), de nuevo tienes dos opciones:
a) Vivir el resto de tu vida amargado y amargando a quienes te rodean.
b) Hacer de ese sótano un lugar lo más agradable posible para ti y los demás.
Y ahora viene el pensamiento clave que quiero compartir contigo:
¿Y si tus problemas fueran tu trampolín?
¿Y si lo que tú ves tan terrible, fuera de alguna manera positivo? Desde luego es lo que te ha tocado vivir.
Quizá haya en ese sótano una pala y un detector de metales con que encontrar un tesoro oculto. Quizá ahí estás a salvo de algún terremoto que te mataría estando arriba. O te obligas a aprender cosas y a ponerte en forma para salir. O a ayudar a otros. Quizá en el ático vivirías de apariencias y no tendrías la ocasión de establecer relaciones auténticas...
Estoy seguro de que, si miras con profundidad y amor, encontrarás la forma de convertir tus problemas en bendiciones.
Eres un ser único enfrentado a circunstancias únicas.
La vida te desafía a hacer algo hermoso con todo ello.
¿Aceptas el reto?
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