Hay cosas que nos gustaría tener y no conseguimos. Eso simplemente indica que ...estamos vivos y rodeados de circunstancias. ¿Qué si no?
Lo absurdo llega cuando hacemos de nuestros deseos incumplidos un drama. Cuando damos tanta importancia a no tener algo que nos amargamos la vida (y la amargamos de paso a los demás).
Quien valora de verdad la existencia sabe que esas 'faltas' no son nada comparadas con las bendiciones que tenemos.
¿Puedes caminar, hablar, ver? ¡Bendiciones! ¿Aprendes, amas, sientes? ¿Amaneció hoy? ¿Escuchaste música? ¿Conoces gente? Los colores, la risa, el tacto de la piel, sabores, olores, bailar, pintar, respirar... ¡Infinitas maravillas para ti!
Vayamos incluso más lejos ¿qué me dices de las incontables cosas que por suerte NO tienes?:
Enfermedades y discapacidades (¡agradece todas las que no sufres!), hambre, sed, frío, catástrofes (¡te has salvado de miles!), infortunios y desgracias... ¿aún te atreverás a quejarte de tu suerte?
Mira ahora donde estás: Ni en un desierto ni en el polo ni en plena mar... ni en una estrella ardiente ni en la inmensidad del espacio vacío. ¡Qué afortunado!
Durante miles de millones de años en el pasado no existías. Tampoco lo harás en los incontables eones del futuro. Tu vida ocupa un breve parpadeo en la eternidad... ¡Y es justo ahora! ¡Asómbrate!
¿Quieres saber el secreto del éxito? Muy sencillo: los ganadores hablan de victorias, los perdedores de derrotas.
Así que deja de centrarte en las faltas y cuenta desde hoy sólo las bendiciones.
Tu corazón está latiendo ahora. ¡Vives! Agradece cada instante de esa maravilla.
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